La dislexia es uno de los trastornos de aprendizaje más comunes, afecta a alrededor el 10% de la población mundial, pero…
¿qué es la dislexia?
Tamayo (2017) afirma que no existe un consenso en cuanto a una definición común de dislexia. A lo largo de los años ha ido evolucionando según se obtenía más información sobre este trastorno. Por ello, en 1968 la Federación Mundial de Neurología definió la dislexia como un problema caracterizado por un déficit en el aprendizaje de la lectura a pesar de que los niños reciban una educación normal, posean una inteligencia normal y pertenezcan a un estatus sociocultural adecuado. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud, a través de la CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades, 1992), incorpora la dislexia en el apartado de trastornos específicos del desarrollo de las habilidades escolares, adoptando el término “trastorno específico de la lectura”. En cuanto a la Asociación Americana de Psiquiatría, ésta ubica el trastorno de lectura dentro de los trastornos de aprendizaje a través del DSM-IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 1996). En 2013, a partir de la publicación del DSM-V, la dislexia pasa a tener un tratamiento más especializado al ser considerada como un trastorno “específico” de aprendizaje de la lectura.
¿A qué áreas afecta?
Etchepareborda (2002) establece 10 criterios que podrían hacernos sospechar en la escuela infantil, aunque cabe destacar que no se puede diagnosticar hasta los 6/7 años, puesto que todavía no está adquirido el proceso de lectoescritura. Estos criterios pueden servirnos para estar alerta y prestar especial atención a la evolución del pequeño:
- Retraso en el habla.
- Inmadurez fonológica.
- Incapacidad de rimar a los 4 años de edad.
- Pronunciadas alergias y graves reacciones a las enfermedades infantiles, en grado más intenso que la mayoría de los niños.
- Imposibilidad de atarse los cordones.
- Confundir derecha e izquierda, abajo y arriba, antes y después, atrás y adelante (palabras y conceptos direccionales).
- Falta de dominio manual (invertir tareas que se realizan con la mano derecha y la izquierda, entre una tarea y otra, o bien dentro de la misma).
- Dificultad para realizar juegos sencillos que apunten a la conciencia fonológica.
- Dificultad para aprender nombres de letras o sonidos del alfabeto.
- Antecedente de dislexia o de trastorno por déficit de atención (TDA).
Ya en primaria, se pueden observar las siguientes dificultades:
- En la lectura oral:
- Omisiones, sustituciones, distorsiones o adiciones de palabras o parte de la palabra.
- Lectura lenta tanto oral como silenciosa.
- Está afectada la precisión y velocidad lectora.
- Falsos arranques, largas vacilaciones o pérdidas del sitio del texto que se está leyendo.
- Inversiones de palabras en frases o de letras dentro de palabras.
- En la comprensión de la lectura:
- Errores en comprensión.
- Incapacidad de recordar lo leído.
- Dificultades para extraer conclusiones o realizar inferencias del texto leído.
- Tendencia a recurrir a conocimientos generales, más que a la información obtenida a través de la lectura, para contestar a preguntas sobre ella.
Asimismo, habitualmente presentan alteraciones en uno o varios de los siguientes procesos cognitivos: percepción visual, procesos lingüísticos, atención o memoria.
Por lo tanto, la dislexia es un trastorno específico del aprendizaje de la lectura con base neurobiológica, que afecta de manera persistente a la decodifición fonológica (exactitud lectora) y/o al reconocimiento de palabras (fluidez y velocidad lectora) afectando al rendimiento académico y que suele ir acompañado de problemas de escritura.
¿Puntos fuertes?
Las personas con dislexia suelen tener muchas habilidades en el campo de la creatividad, un pensamiento más visual y mayor capacidad de intuición, siendo personas muy inteligentes.
¿Qué hacer en caso de sospecha y/o diagnóstico de dislexia?
En el caso de sospecha, consultar siempre con un profesional que pueda realizar una evaluación que ayude a confirmar o descartar el diagnóstico (en nuestro caso, es la psicóloga quien se encarga de ello). A partir de ahí, es altamente recomendable comenzar el trabajo con un profesional cualificado (en este caso, con nuestra pedagoga) que ayude a solventar las dificultades y enseñe estrategias para que dicho trastorno tenga el menor impacto posible en el rendimiento académico del niño. La dislexia no es una enfermedad, no tiene cura, pero si pueden alcanzarse grandes mejoras con una intervención adecuada e individualizada, centrada en las dificultades del alumno y no solo en el diagnóstico.
Además de trabajar su capacidad de lecto-escritura, es muy importante trabajar su autoestima, de cara a que se perciban con capacidad para superar y mejorar en estos retos.
Fuentes bibliográficas
American Psychiatric Association – APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5 (5a. ed. –.). Madrid: Editorial Médica Panamericana.
Etchepareborda, M. C. (2002). Detección precoz de la dislexia y enfoque terapéutico. Rev neurol 2002; 34 (Supl 1): S13-23. [fecha de Consulta 6 de Octubre de 2021]. Disponible en: Deteccion-precoz-de-la-dislexia-y-enfoque-terapeutico.pdf (researchgate.net)
Gómez Zapata, Esther, Defior, Sylvia, & Serrano, Francisca. (2011). Mejorar la fluidez lectora en dislexia: diseño de un programa de intervención en español. Escritos de Psicología (Internet), 4(2), 65-73. Recuperado en 06 de octubre de 2021, de http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1989-38092011000200008&lng=es&tlng=pt.
Valeria García Flores
Pedagoga y Especialista en Atención Temprana
Col. Nº 1826/39456701
Alicia Cabaleiro Domínguez
Psicóloga Forense-Penitencia y Sanitaria
Col. Nº G-05861